Con todo respeto mi almirante
Con todo respeto mi almirante
Pablo Correa
“Lo más indignante es que hayan tirado a mansalva contra el pueblo. Es indudable que pasarán los tiempos, pero la Historia no perdonará jamás semejante sacrilegio.”
Juan Domingo Perón
17 de junio de 1955 diario la Prensa
Por la ventana del ministerio de marina se podía ver como el bombardeo elevaba una nube blanca. Los gritos del pueblo en la plaza apenas se colaban por la gran ventana del despacho.
El contraalmirante sostenía un rosario en una mano, su pistola reglamentaria en la otra y miraba fijamente la puerta de entrada mientras le daba la espalda a la estremecida ventana. Los defensores cedieron mientras en lo alto del edificio ondeaba una bandera blanca en vez del pabellón nacional y las botas de los soldados resonaban por los pasillos y las escaleras.
Mientras esperaba que derriben la puerta de su despacho, martillo su pistola y apuntó con paciencia. En vez de escuchar como los golpes de las fuerzas enemigas irrumpieran dentro, escucho como llamaban suavemente a la puerta de madera y antes de poder decir nada entró un joven soldado, no efectuó venía alguna y con aire de gran general tomó la licorera y se sirvió un poco de whisky y sin vacilar un minuto le dijo al contraalmirante -Con todo respeto mi almirante, baje el arma no le voy a disparar.
El soldado se sentó frente del contralmirante y mirándolo fijamente volvió a decir- De enserio mi almirante, prefiero sumarme a mis compañeros muertos en la plaza antes de volver a disparar un solo tiro más- el contraalmirante esbozó una sonrisa socarrona y preguntó -¿Porque bajaría el arma?- El soldado posó los pies en el escritorio y reclinándose en el sillón dijo -A mi amigo lo abatieron en paseo Colón esta tarde sabe, primero le dispararon y cuando cayó, solo por diversión, lo partieron a la mitad con la ametralladora antiaérea. ¿Cree que no tengo razones para volarle la tapa de los sesos en este instante? No, no le voy a disparar, no se la voy a hacer tan fácil, baje el arma.- El contralmirante miró alrededor, posó su mirada en la fotografía de su familia y apoyó el arma sobre el escritorio. El soldado le ofreció un vaso de whisky como si fuera su despacho, prendió un cigarrillo y le dio una bocanada.
Mientras fumaban escuchaban las ráfagas de las ametralladoras de los defensores y asaltantes, los gritos del pueblo y el derribo de uno de los aviones que bombardeaban la plaza. Mientras servía la segunda ronda, el soldado miró fijamente al contraalmirante y sin apartar la mirada preguntó -Con todo respeto mi almirante ¿Ustedes no querían matar al General? Sale a las seis menos cinco, hace siempre el mismo camino ¿No? Acá hay algo más- El silencio del Contralmirante era incómodo y el soldado comenzó a deambular, como un fiscal frente a su acusado, como un fiscal no, como un inquisidor -Es más ¿acaso no van juntos al casino de oficiales? ¿Era su amigo?- El contralmirante miraba ir y venir al soldado. Apuro el trago de whisky y sentía subir su rabia. -¿Por qué matar a un hombre no es difícil? ¡Bang! y a otra cosa mariposa ¿verdad?- Decía mientras con los dedos simulaba un revólver.
El contraalmirante miró como los aviones caían en picada ametrallando a la multitud. Mientras el soldado le servía otro vaso de whisky y llenaba otra vez el suyo -Con todo respeto mí almirante, tengo que volver sobre lo mismo ¿Por qué tirar el tanque de reserva del avión en un intento de prender fuego a la multitud? ¿Por qué irse con el almirante Rojas al Uruguay? ¿Por qué utilizar un portaaviones de los yanquis?- lo miró en silencio esperando una respuesta. Los vidrios de la ventana empezaron a temblar, los aviones a reacción pasaban por sobre la plaza, una bomba impacta en la pirámide de mayo, una bomba cayó en la boca del subte y otra y otra y otra..
Pero en el despacho, el estruendo de las bombas, el temblor del suelo, el contralmirante temblaba mientras se servía otro whisky y apretaba los dientes en cada detonación. Pero no estremecían al soldado quien no sacaba la vista del contraalmirante y volvió a tomar la palabra - Con todo respeto mí almirante ¿Pero que necesidad había de atacar a un pueblo que se preparaba para una fiesta? ¿Cómo iba a derrocar al general al masacrar con una bomba a un grupo de niños que iban en un trolebús a conocer a Perón?- un avión a reacción cruzó el cielo.
El soldado le clavó una mirada llena de indignación, se sirvió otro vaso de whisky, miró al contralmirante y dijo - Con todo respeto mí almirante, pero esto no es solo una venganza por una iglesia. Es una venganza por apropiarse de Mar del Plata, es por el aeropuerto de Ezeiza, por el 17 de Octubre ¿Verdad? Masacró a su pueblo por poder ¿Verdad? Uso los mismos aviones que hace apenas unos años eran imaginados contra hombres, mujeres y niños ¿Verdad? ¡Niños! - El soldado gritaba mientras se desgarraba la voz y miró con todo el odio que cabía en su corazón.
El contraalmirante miró la foto de su mujer y su hija por última vez, tomó su rosario y se llevó la pistola a la cabeza. El sol salía en plaza de mayo, el pueblo se acercaba con ganas de festejar. Con la promesa de ver un desfile aéreo en desagravio a la bandera y a la memoria del general San Martín. En el despacho se escucharon dos detonaciones, el soldado terminó su trago y salió por la puerta hacia la plaza.
~Fin~
Comentarios
Publicar un comentario